No voy a entrar en el baño nunca más. No
quiero que se me caiga el pelo. Ahí es donde pasa. Lo sé porque ayer vi la
melena de la tía Julita encima del gorrito azul de ganchillo que guarda el
rollo de papel higiénico.
La tía Julita siempre ha sido calva como una
bombilla y el otro día cuando la esperábamos bajar de su habitación para ir a
la playa, tenía una mata de pelo como las modelos. Yo me quedé con la boca y
los ojos abiertos como platos:
- ¡Anda! ¡A la tía Julita le ha crecido el
pelo! – solté.
Mamá me pegó una colleja y luego me explicó
que la tía Julita se fue a dormir la siesta y cuando se despertó tenía una
melena.
Lo malo es eso. Que luego por la noche se
metió en el baño y se le cayó toda. Por eso yo no quiero entrar allí. Porque si
entras en ese baño, seguro se te cae el pelo.
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