lunes, 3 de diciembre de 2012

SUICIDIO FÁCIL



Al día siguiente se despertó con un hilo que salía de su boca y que no era una baba. Un hilo de seda blanca pegajosa que seguía por las sábanas de su cama, bajaba hasta las zapatillas, llegaba hasta la ventana y se escapaba desde allí por el balcón.

Fue tan fácil... Tan fácil como fue comer el hilo de seda pegajosa. Al llegar al borde del balcón, no más que dar un pequeño salto y ya. Se acabó. Mientras se acababa, veía ocho patas peludas tejiendo su mortaja blanca de seda pegajosa.