domingo, 25 de agosto de 2013

IN THE BOX

Ilustración de Inés Vílpi


Antes estaba en el corral, sentada encima de su huevo calentito, pensando en lombrices frescas. Después del susto, está todo a medio oscuras. La caja en la que la han metido está medio cerrada y solo deja ver la mitad de lo que pasa.



Por fuera, pasa de todo. Pasa una trenza con niña a la que le faltan los dientes. Pasa una risa de bisagra oxidada que sale de una boca de dientes de conejo de niño. Pasa un tirachinas subido en la cinturilla de un pantalón que anda sobre las piernas de otro niño con lengua chismosa que susurra en una oreja cubierta de pelo lacio y grasiento que está pegada a la cabeza de otro niño más. Pasan unos rizos rubios y una camisa de cuadros con tirantes. Pasan unos tacones rojos de zapato de charol que transportan unas piernas largas que acaban en un brazo con mano y uñas moradas que saludan de lejos.



Un rato largo no pasa nada, pero de pronto pasan corriendo ocho piernas.



La que va dentro de la caja es la que más miedo tiene. Sabe que solo quiere estar encima de un huevo calentito y ahora se le escurren las patas en el cartón. Tiene miedo porque solo ve la mitad de lo que pasa. Porque solo ve y sabe a medias y no hay nada peor para una gallina que una caja entreabierta.

jueves, 8 de agosto de 2013

CUANDO ES LO QUE NO ES



Desde la orilla lo miraba llegar con horror, flotando boca abajo, con un sombrero de paja con cinta de raso lacia, mojada y salada. Debía tener la cara, el cuerpo entero hinchado y palidez de cirio. Quizá los labios morados, entreabiertos, llenos de caracoles, lapas, crustáceos. Quizá los ojos abiertos, mudos, mostrando la última instantánea de vida antes de perderla. Flotando como si fuera un saco vacío, un espantajo, un muerto queriendo decir algo. Un muerto que venía de la muerte a contársela a ella, que estaba viva y de pié en el mismo borde de las olas, con la piel erizada, sintiendo el frío del ahogado antes de que llegara.



Un niño entró saltando las olas.

El sombrero de paja que había sido un muerto, un náufrago ahogado en sal, era tan solo un sombrero de paja, triste y mojado, quebradizo y frágil como su vida.



O como su muerte.