Hoy nos ha vuelto a
poner lo mismo de siempre: café que sabe a cartón con polvo, las galletas
húmedas, el pan mohoso y un pelo blanco en el plato. Como cada día nos lo hemos
comido sin rechistar y yo he mojado de nuevo el dedo en el azucarero de plástico,
en el que tiene dibujos de manzanas rojas para que no se confunda con el de la
sal. Al terminar, le he dado un beso, para que no se olvide también, y me ha observado
con esos ojos confundidos que ya tienen mirada de pez y que me dejan un nudo en
la garganta. Es que siempre me aseguro de tragarme ese pelo blanco que con la
luz de la mañana dibuja un brillo en el plato.
Mo, guapa, esto es precioso. Claro, a pesar de todo, llevar contigo el primer brillo de la mañana es un buen comienzo cada día.
ResponderEliminarY también, a pesar de todo, entre una casa cerca del mar y una en la falda de una montaña hay un pelo blanco que brilla y eso es estupendo.
Un besazo, Olguísima.
Inés
Sí, un pelo blanco que brilla por la mañana...!!! Mi Vilpi!!!!!!!! Mil gracias por gustarte!!! Tú sí que me gustas a mí, nenica!
EliminarCuánto cariño demuestra ese esfuerzo, cuánto cariño valorar el brillo de ese pelo blanco de la mañana. Qué lindo lo cuentas, Mo.
ResponderEliminarUn abrazo.