viernes, 26 de agosto de 2011

El espejero


Me dijeron que le habían castigado por asomar la cabeza por debajo de una puerta que rozaba el suelo, por romper la cerradura con los dientes y por desatornillar las bisagras oxidadas con las uñas… Por eso, cuando cumplió su condena y salió, se marchó lejos de allí, casi al otro lado del planeta y puso una tienda de espejos de azogue.

Los espejos que vendía no tenían precio. Se lo ponía según quién entrara preguntando. A veces los regalaba y otras, el interesado no habría podido pagarlos nunca.

Los espejos que vendía mostraban el alma del que se reflejaba en ellos.

                  De imposibles...

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