miércoles, 23 de mayo de 2012

SIN PELOS



Pelos en los rincones, en las patas de las sillas, en las bisagras de las puertas.

Pelos encima de la cama, debajo de la sábana, entre la almohada y el colchón.

Pelos en las bombillas, en la tela de los altavoces, entre las páginas de los libros.

Pelos en el fondo de los jarrones, en las bolsas de basura, en el tostador.

Pelos blancos en los pantalones negros y pelos negros en las servilletas blancas.

Pelos en la sopa, en el café con pelos en el azúcar.

Pelos largos y erizados en el suelo del baño. Pelos cortos y tiesos bajo el espejo.

Pelos en la lavadora y en el cajón de los cubiertos.

¡Estoy hasta los pelos de los pelos, hasta el moño de los pelachos! Pelajos que dan repelús, pelujos peliagudos, pelusas repelentes, pelillos despeluchados…

… eso sí, te digo una cosa, que sepas que donde no tengo ni un pelo, pero ni uno, es en la lengua.


martes, 1 de mayo de 2012

LUNCH


Cortó un pedacito de la luna y me lo echó en el plato, encima de la mesa a la que yo me había sentado. Así, con mucha soberbia, como si me estuviera regalando algo preciado e inalcanzable. Pero si yo eso lo comía todos los días, y no solamente un trocito miserable, me comía la luna entera y ni tenía que esperar a que estuviese llena.

Pues… me comí aquel piquito de luna sin rechistar así como me tragué mi rabia. Me lo seguí comiendo todos los días y no le dije nada porque sabía que dentro de poco me habría dado, sin darse cuenta, un universo entero.

De todas maneras, la última pieza del rompecabezas celeste no me la pienso comer. La guardaré en mi bolsillo, porque sé también que, si me la como, voy a desaparecer en el deseo imposible de aquella caprichosa y antojadiza estrella fugaz.