domingo, 23 de octubre de 2011

Colecciones

Después de haber leído “Diógenes” de Pablo Albo, me he dado cuenta de que como no empiece una colección de recuerdos importantes, se me van a ir borrando inevitablemente de la memoria… También quiero que una carta de amor que escriba, llegue a su destinatario…:

- los envoltorios de los chicles “Niña” con los horóscopos…
- los cristalinos de los ojos de los besugos que se comía mi padre y que luego guardaba yo en una cajita… se ponían de color amarillo mate como el blanco de los ojos de mucha gente mayor…
- los concursos que organizaba mi tío Gilito (que no he vuelto a conocer a nadie más con este nombre…) en los que el premio era… ¡un lápiz plano de carpintero!
- los pasillos estrechos, altos, oscuros e interminables, en forma de L, por los que caminábamos descalzos mi hermano y yo las tardes de verano, queriendo ser indios Pies Negros…
- el sabor a metal del mango de la puerta de mi cuarto, que estaba desconchado…
- el organillo de juguete de la casa de mi abuela y las muñecas de los años 50… el Polilla…
- la buhardilla en la calle Velarde, junto a la Plaza del Dos de Mayo, donde vivían mi abuela y mis tíos… una casa en la que habían pasado tantos trozos de vidas después de la guerra…
- el botijo de cerámica con el agua siempre fresquita…
- la cocina de carbón que nos atraía tanto… mirar las brasas que caían y atizar el fuego con el gancho…
- el mechón de flequillo que me corté escondida detrás de la puerta…
- chupar la piedra de sal que mi tía guardaba envuelta en un papel dentro de su armario…
- un viaje al cine de Estrecho en el seiscientos de mi tío (que aún conserva) a ver Veinte mil leguas de viaje submarino
- el pelo largo y blanco hasta la cintura de mi abuela liado en un moño…
- los jabones Magno y La Maja, la colonia de Lavanda
- un jersey de cuello alto de lana azul claro con un pingüino enorme delante y que picaba a rabiar…
-

Y la carta de amor que todavía no he escrito…


martes, 11 de octubre de 2011

La piel de un plátano

Me había enamorado de la piel de un plátano… es que era tan amarilla, tan tierna, con aquellas manchitas marrones de lunares, era una piel de plátano la mar de flamenca. Yo no sabía cómo hacer para que se fijara en mí. Esto me resultaba bastante difícil porque no conseguía averiguar dónde tenía los ojos… Eso sí, me los imaginaba brillantes, chispeantes, estrellados y soñaba cada noche de luna llena con que acabaría posándolos en mí y dedicándome una dulce mirada melosa. Sólo que un día, mientras me hallaba envuelta en aquellas ensoñaciones tropicales, la pisé… me escurrí… me pegué el gran platanazo, como sólo pasa en las viñetas de los tebeos… Fue una verdadera lástima, pues justo antes de que la destrozara con la suela de mi sandalia, me pareció que intentaba hacerme un guiño amarillento… La próxima vez lo haré mejor. La próxima vez me fijaré en una piña…


martes, 4 de octubre de 2011

Indecisiones


Tengo unas ganas de …, es que me muero por …, digamos, que me pierde el …, ante todo, sin dejar a un lado al …, por eso, voy a ver si entro en … para que luego no vayan a … Sin embargo, quién podría decir que… Recapitulemos, no es que tenga que …, por no perturbar el…, es que, en realidad, lo que me …, es no saber nada de … y luego tener que andarme por las … sin perder el … Creo que al final voy a … sin hacer ningún … y no armar un … por no hacer … Pues eso.