domingo, 21 de octubre de 2012

UNA JAULA MENOS



Tomó una tiza blanca. Dibujó un círculo a su alrededor y puso mucho cuidado en no dejar ningún punto abierto. Luego vino la lluvia, el viento, la gente que pasaba por allí arrastrando los pies. Él se dio cuenta de que la tiza se borraba con todo aquello. Por eso, volvió a pintar el círculo a su alrededor y esta vez lo hizo con un rotulador grueso permanente que no se quitaba con nada. Además, le puso encima una red para pescar atunes.

Ella no se había movido. Seguía mirando por la ventana de su mundo, que tenía los cristales hechos de cuadraditos de cuerda. Quería ver más allá, pero le habían dicho que la línea del horizonte era solo una cinta que pegaba el cielo con la tierra.

El día que puso su zapato verde al otro lado del círculo de rotulador permanente y logró que le siguiera su pié y su otro zapato con su otro pié, comprendió, como una bofetada de mano abierta, que los límites de la realidad estaban solo y únicamente en la forma en la que él la había dibujado…





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