Se me cayó el alma a los pies. Así, sin avisar, mientras veía el telediario mordisqueando un regaliz rojo. Me la quedé mirando con los ojos como platos de porcelana china, con la boca abierta como un túnel de montaña.
Mi alma no se parecía en nada a mi sombra, que era gris, me pusiera donde me pusiera, y aburridísima, copiando todo lo que yo hacía.
Mi alma era un vestido de seda en el suelo tirado.
Me agaché para recogerla pero mis manos eran de agua y se me derramaban a chorros por la habitación. Pensé que si me tiraba al suelo encima de ella, quizá se me volviera a quedar cosida al cuerpo... Pero estaba allí como un dibujo en el suelo. Intenté despegarla con una espátula... pero estaba ya incrustada en las tablas de madera. Vi con mis ojos de lechuza que se iba filtrando poco a poco por las rendijas. Corrí con un cubo desesperado de hojalata al piso de abajo donde se deshacía mi alma en goteras.
Pude salvar tan solo unas cuantas gotas, que me fui pegando al cuerpo como pétalos de margarita.
Por eso ahora, cuando me ve la gente, no saben si voy o vengo y cuando te veo, no sabes si sí... o si no...
El alma también lleva tiritas, y se renace otra vez. Fantástico I love you.
ResponderEliminarEl alma de gato de siete vidas! :-) I love you too! :-D
EliminarEs más, creo que ya lo intuías...
ResponderEliminarUn saludo
Lo de que me gusta tu estilo, digo.
EliminarGracias...!!! ... No sé si voy o vengo... si sí o si no... ;-)
EliminarUtilizas imágenes poderosísimas, y un lenguaje, una forma de usar la hipérbole, lo irreal, de verdad, que me recuerda a mí...
ResponderEliminarMuchas gracias... La verdad es que el mundo de lo irreal es el que mejor entiendo... :-)
Eliminar